Los dos pilares de la administración Bush [11.2.08]

El período de gobierno del presidente George W. Bush se abrió con un estado de emergencia provocado, o co-ayudado, por los dos aviones que se estrellaron en las Torres Gemelas. El acontecimiento dió ocasión al gobierno de Bush para encender la mecha del patriotismo, declarar la guerra contra el terrorismo y urgir al congreso el consentimiento para invadir Iraq, ya que los terroristas estaban en Afganistán, y declarar la invasión unilateralmente, frente a la desconfianza y las dudas de la comunidad internacional.

El anuncio de “misión cumplida,”proclamado con sonrisa complaciente y fatal ignorancia por parte del presidente de que el Islam era algo distinto al comunismo soviético, continuó con un costo creciente de vidas iraquíes y de soldados estado unidenses, amén de periodistas, dipolomáticos y actores de organizaciones no-gubernamentales.

El período de gobierno del presidente George W. Bush se cierra con un estado de emergencia provocado por la elite financiera de Wall Street en una carrera loca por acumular sin límites y por una urgencia de control financiero basado en el principio de des-control (desregulación) de la economía. Este proyecto, iniciado en la presidencia de Ronald Reagan, apoyado la primera ministra de Inglaterra Margaret Tatcher, y las teorías del economista Milton Friedman, se basaba en la confianza irracional en la racionalidad y en la creencia de que la economía es el camino de la libertad. Por lo tanto, la desregulación económica, escapando al control del estado, cumplía una promesa semejante a la libertad del individuo que en el siglo XVIII se sacudía los controles de la iglesia.

En 1905 el periodista británico J.A. Hobson publicó su libro memorable: Imperialism. El argumento puso de relieve el anti-patriotismo y anti-nacionalismo de la elite económica de Inglaterra cuyas urgencias imperiales en la carrera por acumular ganancias, iban totalmente en contra de los intereses nacionales. La crisis de Wall Street es una repetición del escenario, un siglo después.

El desmoronamiento aparente de los dos pilares de la presidencia de Bush, nos sugiere que éste fue un gobierno profundamente anti-patriótico cuya retórica, a partir de la invasión de Iraq, se organizó en torno al patriotismo. La triquiñuela es bien conocida en los tejes y manejes de la política, y sus práticas fueron también identificadas en las maniobras de Karl Rowe (Deputy Chief of Staff de la administración Bush). La triquiñuela consiste en inventar un enemigo y atribuirle éste lo que en el fondo es mi propio proyecto. Esta táctica es ya clara en la campaña presidential de John McCain. En suma, tanto la invasión de Iraq como la crisis financiera de Wall Street, manipuladas o no en su resultado, son dos acontecimientos que, en el fondo, aseguran el control de la autoridad y el control económico, por parte del estado, a espaldas y con consecuencias serias para el futuro del pueblo y de la nación estado unidense.

Al decir esto no estoy sugiriendo que haya que defender el patriotismo o el nacionalismo. Estoy poniendo de relieve, por el contrario, que patriotismo y nacionalismo (o comunismo en Lenin y Stalin) pueden ser meras excusas en un proyecto de dominación y control cuyas consecuencias trágicas las conocemos por varias experiencias del siglo XX.

Los presagios circulan de que la elección de McCain como presidente y Sarah Palin como vice serían el paso siguiente a un tipo de control político y económico avalado que funcionaría a dos vertientes : una, sobre la población estado unidense y la otra frente al capitalismo policéntrico que corroe medio siglo de hegemonía y la creencia de que el liderazgo global unilateral estaba finalmente inscrito de aquí a la eternidad. En algunos corredores se murmura la analogía política entre Sarah Paulin e Isabel Martinez de Perón.

La urgencia con la que John McCaine suspendió la campaña presidencial para asistir a los debates, en Washington, sobre el rescate financiero de $700 billones es sintomático. En verdad, el rescate es un proyecto republicano, como lo fue la invasión de Iraq. La aprobación del rescate implica que, sea McCain elegido presidente o no, la estructura de la política exterior en el Oriente Medio y en Asia Central, está ya anclada y la política económica (nacional y global) estará anclada con la aprobación del proyecto republicano para responder al “estado de emergencia.”

Hank Paulson—todos recordamos–presentó un proyecto en tres páginas y pidió discreción absoluta en el manejo de los $700 billones. Varios comentaristas subrayaron la simetría entre el discurso de Bush para urgir y justificar la invasión de Iraq y su discurso para urgir y justificar el rescate financiero. A McCaine le urge apoyar este proyecto puesto que más allá de su elección o no a la presidencia, contribuye a dejar sentadas las bases republicanas del control político y económico, sea quien fuere elegido presidente. Por esta razón Barak Obama mantuvo una posición distanciada y crítica. El aparente desmoronamiento de los dos pilares de la administración Bush, bien podría dejar intactos sus cimientos. De ser elegido presidente, Barak Obama se encontraría con la casa sólidamente apuntalada por los dos pilares de la administración Bush, y con los muebles un tanto empolvados por desmoronamientos que si bien no fueron planeados ab initio, pudieron muy bien ser estratégicamente empleados. El proyecto neo-liberal republicano podría así continuar, más allá de su aparente final. Si asi fuera, las consecuencias podrían ser dramáticas.